Así fue el Taller de Encuadernación

Ayer fue un día muy especial, y no puedo esperar a contarlo.Tuvo lugar el primer taller de encuadernación que impartía, y si os soy sincera, estaba muertita de miedo. Una cosa es saber hacer algo, pero otra cosa muy diferente es enseñar a otras personas cómo hacerlo.

Enseñar es complicado, porque a veces no encuentras el modo de transmitir lo que sabes de manera que la otra persona lo entienda. Pero también es cierto que, si la otra persona está receptiva y con ganas de aprender, todo se hace mucho más fácil. En este sentido tuve muchísima suerte, porque no me imaginada tan buenas alumnas como las chicas que se apuntaron al taller. Atentas, pacientes y encantadoras. 

Ya se que parece mucho peloteo pero es la verdad, y las cosas buenas hay que decirlas. 

Aquí las chicas concentradísimas en su trabajo.

Al final se nos hizo un poquito corto, casi no tuve tiempo de sacarles fotos ni de charlar con ellas. Al verlas trabajar, me acordé de las primeras libretas que hice, y lo nerviosa que me ponía cuando las cosas no salían como quería. 

Puede ser muy desesperante, pero con la práctica llega un momento en que logras que tus manos le hagan más caso a tu cabeza y que todo encaje a la perfección.

Estoy segura que en el algún momento alguna de ellas pensó que no iba a ser capaz de terminarla con éxito, pero, salvo por algún incidente que se pudo solventar sin problema, finalmente lograron terminar el trabajo e irse a casa con su propio cuaderno hecho por ellas.

Para mí fue una bonita y enriquecedora experiencia, y tengo muchísimas ganas de volver a repetirla. Así que seguramente no tardaré mucho en volver a preparar el siguiente taller.

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