Ya tenía ganas de escribir este post para mostraros este
trabajo tan especial y la pequeña historia que esconde.
Desde el principio fue un encargo con el que empaticé muchísimo
y al terminar el post entenderéis porque.
El día 22 de Diciembre, durante nuestra participación en La
Feria de la Noria, se acercó a nuestro puesto una chica y preguntó si sería
posible realizar unas piezas de bisutería con el retrato de su tatarabuela. Mi
respuesta, por supuesto, fue afirmativa. Aunque estábamos en fechas un poco
estresantes y con poco tiempo, ya me organizaría en caso de que llegáramos a un
acuerdo. Quedamos en que estaríamos en contacto para que me contara exactamente
lo que quería y hablar de precios y demás.
Al cabo de unos días me escribió adjuntando la única foto que
conserva de su tatarabuela y explicándome un poco lo que tenía pensado. En
seguida llegamos a un acuerdo y me puse manos a la obra.
En sucesivos correos que nos enviamos me contó la ilusión
que le hacía el proyecto y la historia de Doña Julia, mostrándome el fragmento
de un libro en el que hablan de ella y de otras mujeres emprendedoras en la
zona de Madrid norte.
Doña Julia fue una mujer pionera de su tiempo y una gran
luchadora, de origen humilde que trabajó desde niña en el negocio de sus
padres.
Tuvo un papel fundamental en todos los negocios que tuvo, y
eso, siendo una mujer de finales del siglo XIX era, cuando menos, extraño.
Fue fundadora de la empresa de autobuses ahora conocida como
Herederos de J. Colmenarejo, además de otros negocios, mientras traía al mundo
a 16 hijos. ¡Qué mujer!
Me contaba también su tataranieta, que durante la guerra
civil, uno de sus hijos ayudaba a nacionales y republicanos a huir a zona
segura escondiéndolos en el maletero de algunos de los autobuses de la línea. A
raíz de esto unos soldados nacionales, en un momento dado, lo buscaban para
matarlo, pero Doña Julia logró salvar la vida de su hijo cuando impidió que los
soldados entraran en la taberna donde estaba escondido. ¿Cómo lograría aquella
mujer disuadir a los soldados? Imagino a una mujer fuerte y segura, a la vez
que serena, tierna y lúcida, porque si los soldados no emplearon la fuerza en entrar
a la taberna a cumplir su propósito, se me ocurre pensar que Doña Julia debió
infundirles esa clase de respeto que nada tiene que ver con el miedo, la
agresividad y la violencia.
Supongo que no será difícil de entender lo fácil que es
empatizar con una persona que tenga una tatarabuela así. Aunque no he
nacido en una mala época o un mal lugar para ser mujer, siempre me he sentido muy
unida a ese tipo de mujer capaz de ir más allá de lo establecido, con
iniciativa, personalidad, coraje y valor, que han sabido elegir su camino más
allá de lo que correspondía a su condición. Para mí ha sido muy importante
trabajar en este encargo sabiendo la historia de Doña Julia. Pasa de ser un
trabajo cualquiera, a ser un trabajo para alguien especial, para una familia
especial, retratando a alguien que ya parece que conoces.
Finalmente este fue el resultado del trabajo: cuatro piezas de bisutería, una para su abuela, otra para su madre, y la otras dos para sus dos tías.