The Artist, o el valor del riesgo


Este año, el acontecimiento más importante de la industria del cine ha tenido algo  diferente. 
Una película francesa se proclama como la gran triunfadora. Una película en blanco y negro. 
Una película muda.



Aún sin haber visto The Artist, creo que puedo intuir donde ha radicado el secreto de su éxito: 
en la capacidad de arriesgarse al margen de ideas preconcebidas.

En el siglo XXI, en la era digital, la tecnología, los efectos especiales y el 3D, 
puede parecernos muy extraño que a alguien se le ocurriera hacer una película muda. 
Es muy posible que la gran mayoría de los mortales tenga la idea preconcebida 
de que el cine mudo es anacrónico y aburrido, propio de cinéfilos intelectuales. 
Imagino que su director, Michel Hazanavicius, no vio esto como un impedimento, 
sino como una oportunidad. Una oportunidad para saltar ese muro, 
una oportunidad para sorprender, una oportunidad para hacer algo totalmente diferente 
a lo que se está haciendo en este momento.

¿Cuántas veces descartamos una idea precipitadamente por considerarla una locura? 
¿Estamos dispuestos a saltar muros? ¿Somos capaces de asumir riesgos? 
¿O estamos demasiado condicionados por cómo creemos que son las cosas?

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